06 noviembre, 2008

Visión personal de la fotografía


Primero, cuando apareció hace más de un siglo, se presentó como el invento que iba a revolucionar la humanidad. Era capaz de enseñarnos lugares, personas, situaciones de cualquier parte del mundo, sin movernos del sitio. La gente de todo tipo no daba crédito a lo que veía: eran capaces de observar un instante de la realidad paralizado entre sus manos.

En un primer momento, la fotografía se utilizaba de una forma antropológica y científica. Más tarde, aquéllos que decidían qué contar al mundo, vieron la capacidad de comunicación que podían tener esas imágenes. Primero, como apoyo al texto. Y más adelante, la fotografía como noticia en sí. Es en este momento cuando la fotografía se expande y llega a convertirse en el arma más poderosa de información y también de manipulación en todo el mundo. El día a día, las guerras, los conflictos sociales, todo cabía y cabe en el objetivo de la cámara. Incluso cuando apareció su enemiga más temerosa, la televisión, la fotografía ha conseguido valerse por sí misma y renovarse.

Ahora, en la actualidad, la fotografía ha llegado a un punto de no retorno donde nada, pero sí alguien, controla su poder y su presencia. La era digital ha llevado el poder de la cámara a todos los rincones del mundo y a todas las personas del llamado “mundo civilizado”. Es con esta situación actual, donde surge la primera duda, la primera pregunta: ¿se ha fortalecido la fotografía o se ha adulterado, perdiendo su capacidad de comunicar? En mi opinión, la expansión de la fotografía es un gran avance que rompe con el elitismo romántico que tenían los fotógrafos del siglo pasado. Esa modestia aparte que los separaba de la gente, todo para el pueblo pero sin el pueblo. Como internet, la fotografía tiene y debe
llegar a todas las personas.

Sin embargo, al igual que internet, no somos conscientes de lo que tenemos en nuestro 'poder', ya que la fotografía la entendemos ahora mismo como un elemento más, presente en los periódicos, revistas y espacios de moda, pero no llegamos a imaginar su potencial. Estamos tan acostumbrados, que no reaccionamos a las imágenes. Vivimos en un mundo de imágenes, donde ya nada nos atrae, porque creemos que ya lo hemos visto todo. Y es aquí donde nace la segunda pregunta: ¿es culpa nuestra no saber aprovechar el poder de la fotografía o culpa de aquellxs que eligen, contratan y hacen las fotos para los mass media o medios de masas?

¿mi opinión? la culpa es de todos. Ambas opciones están relacionadas entre sí. La fotografía ha llegado a un punto tan institucionalizado que ha llegado a ser un producto más que se compra y que se vende. Que se prostituye todas las mañanas en portales de internet de agencias fotográficas, para acostarse con el comprador que más dé por ella. Por lo tanto, en cuanto la fotografía se convierte en un producto, en algo que se compra, se vende, y sobre todo que es de dominio privado, tenemos que ver que lleva impreso por la otra cara esta situación.

La independencia de los medios de comunicación brilla por su ausencia. Cada vez más, los medios se unen entre ellos y van dando forma a 4 ó 5 conglomerados de la comunicación, que dominan el sector mediático en el mundo (éste es un tema que trataré en una futura entrada). Por lo tanto, la fotografía, esa imagen paralizadora de la realidad, ese trozo de papel capaz de remover conciencias y provocar espanto, se convierte en un producto que tiene que responder a unas reglas de mercado, es decir, la libertad de representar aquello que vemos, tiene que estar acorde con las condiciones como producto.

Y por fin, a donde quería llegar, ¿qué podemos hacer nosotrxs para recuperar esa fuerza de la fotografía? Lo primero, saber qué es la fotografía, entender la fotografía como un arma, nuestra cámara es un arma, que no mata, pero puede hacer más daño. La fotografía no puede quedarse como un mero retrato de todo lo banal que nos rodea. La fotografía tiene un poder de cambio social y concienciación que hay que explotar, y aprender a utilizar. La fotografía tiene que ser una chispa más, la chispa que todxs podemos utilizar para enseñar algo al resto de la gente. Enseñar y provocar, éste debe de ser el sentido de la fotografía, o al menos el que yo le otorgo. La fotografía debe romper esa niebla del mundo de imágenes sin orden en el que vivimos, para hacernos parar por un momento y observar todo aquello que sucede a nuestro alrededor más cercano o lejano, da igual.

Ésta es la importancia de la cámara, la utilidad que poca gente le da al aparato que tiene entre las manos. La capacidad de comunicar, criticar y enseñar, provocar una reacción. Por eso es tan importante que allí donde suceda algo digno de contar, esté un fotógrafo. En toda guerra, conflicto militar, humano, cercano, lejano, nacional o extranjero, debe haber un objetivo que retrate la cruda realidad de los que, al final, son los que sufren todos los adjetivos de antes, estén donde estén, con bombas o sin bombas de por medio.

Este último hermano de la fotografía, la fotografía documental, es aquélla que no solo enseña la realidad y las relaciones humanas, si no que a mi modo de ver, también tiene que ser una pieza más en la construcción de una conciencia social activa, que no se acostumbre a ver imágenes recortadas de 15 segundos mientras comemos, y nadie dice nada.

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